lunes, 4 de enero de 2010

Protestan contra la contratación de empresas particulares para brindar el servicio de luz

Integrantes del SME se enfrentan a trabajadores de la CFE en Teotihuacán

La empresa federal interpone denuncia en la PGR por los delitos de daños en propiedad ajena y motín

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Policías federales resguardan la subestación eléctrica de Teotihuacán, tras el enfrentamientoFoto Javier Salinas
René Ramón
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 4 de enero de 2010, p. 7

Teotihuacán. Méx., 3 de enero. Integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se enfrentaron al personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que labora en las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LFC) en este municipio y policías federales que las resguardan.

La riña se suscitó el mediodía del domingo, cuando aproximadamente 150 sindicalizados de LFC trataron de impedir a las cuadrillas de la CFE que salieran de la subestación, y los policías federales quisieron replegarlos.

En el incidente resultaron lesionados tres miembros del SME, tres policías y el camarógrafo de Tv Azteca José Luis Ruiz Alvarado, pero no hubo detenidos. Más tarde 100 elementos de la Agencia de Seguridad Estatal (ASE), apoyados por 30 efectivos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, llegaron a controlar la situación.

Según la versión de la ASE, los sindicalistas lanzaron todo tipo de objetos a los trabajadores de la CFE y los policías federales, para luego corretear al camarógrafo Ruiz Alvarado cuando comenzó a realizar sus tomas, y apedrear –hasta romperle varios cristales– el vehículo particular donde éste quiso resguardarse.

Personal de la Secretaría de Gobernación también llegó y ofreció dialogar con los integrantes del SME, pero ellos advirtieron que no permitirán a la CFE contratar empresas particulares para brindar el servicio de energía eléctrica en la región.

El camarógrafo Ruiz Alvarado recibió una pedrada en la mano izquierda y denunció los hechos ante el Ministerio Público del fuero común. También presentó querella Francisco Rodríguez Sánchez, agente de información de la ASE, por el robo de su teléfono celular y otro equipo de radiocomunicación.

Apolinar Granillo, apoderado legal de la CFE, denunció a los sindicalistas ante la subdelegación de la Procuraduría General de la República (PGR) en el municipio de Texcoco, por los presuntos delitos de daño en propiedad ajena y motín.

Retiro de prestación a jubilados

Jubilados de LFC denunciaron que sin previo aviso les retiraron los 700 kilovatios (Kw) de electricidad que bimestralmente recibían como prestación, lo cual incrementó demasiado el costo de su recibo.

Expresaron, con documentos en la mano, que recibieron las primeras facturas de la CFE con cobros que sobrepasan los mil 500 pesos, cuando pagaban hasta 300 como máximo, al incluírseles, además, un incremento de tarifa.

Por ejemplo, Fernando Vázquez Gutiérrez recibió en la primera factura que le envió la CFE, que abarca el periodo del 15 de septiembre al 17 de noviembre, un cargo por mil 761 pesos, cuando el último que le envió LFC, con fecha de expedición 23 de septiembre, fue de 83 pesos. Entonces consumió 807 Kw, a los cuales se restaron los 700 de la prestación y por el resto pagó esa cantidad.

A partir de su experiencia como jefe del grupo de contabilidad de sucursal y que tenía, entre otros encargos, refacturar, encontró cobros indebidos en su recibo, como uno de 605.94 pesos, derivado de la aplicación de una tarifa de 1.90 pesos por Kw, cuando entonces, dijo, se debía aplicar la de 0.667 pesos.

Encontró que al quitarle la prestación de los 700 Kw bimestrales le generaron un costo extra de 925.39 pesos, y que en su factura no anotaron la lectura actual del medidor, sino simplemente se puso estimada, lo que traerá nuevos problemas al hacer las próximas facturaciones, porque no se podrá comparar la actual con la anterior para determinar el consumo real y de allí sacar el pago correcto, como corresponde”.

Le promediaron un consumo de 12.82 Kw por día. Según sus cálculos, por bimestre sería de 769. Aplicando la prestación que se supone se les respetaría pese al decreto de extinción de LFC, debió quedar con un rebase de 69, que, cobrados a 1.90 pesos (establecidos por la CFE), más IVA, le generaría un costo de 151 pesos, y no de mil 761 como le tasaron.

Con información de Alma Muñoz

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El año del estallido
Magú
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¿Qué hacer? movimientos sociales y partidos
Víctor Flores Olea

En el inicio del año está muy viva la pregunta: ¿qué hacer? para modificar el presente estado de cosas que se ensaña con tantos mexicanos carentes de lo indispensable, un orden que otorga abundantes privilegios a pocos y olvida ofrecer lo necesario a las mayorías.

Si se hace memoria del año pasado veremos multitud de reclamos que se expresaron en las ciudades y en el campo, multiplicando demandas y exigencias, en que la clase obrera perdió garantías constitucionales, en que se denuncia la concentración de la riqueza y en que se señala (dentro y fuera del país) como el problema más grave la desigualdad abismal entre los mexicanos, de ingresos, pero también de servicios y más respecto de las oportunidades de futuro. También vemos abundantemente en los correos electrónicos el reclamo y también la desesperanza por no encontrar respuestas adecuadas.

El hecho nuevo en México, nuevo por esa acumulación de protestas y exigencias justificadas, que ignoran olímpicamente las autoridades, comenzando por el Presidente de la República (seguido de cerca por los poderes Legislativo y Judicial), nos sitúa en un filo del tiempo en que los acontecimientos pueden precipitarse. Sí, se ha dicho que rozamos ya el peligro de estallidos sociales; pero deberá también decirse que el orden establecido (el de facto con el apoyo tramposo del jurídico), en tal contingencia, parecería estar preparado (y dispuesto), a la represión y a la guerra contrainsurgente con mano dura.

Tal es la otra cara de la moneda del Ejército en las calles contra el narcotráfico: su ambivalencia práctica (y programada). La guerra puede en un momento cambiar de objetivo y volverse contra el pueblo, o contra sectores del pueblo, que serían calificados de subversivos e intolerables.

Tal peligro no es abstracto (perdón por decirlo en el inicio del año), sino perfectamente real. Los patrones estadunidenses son maestros en esos giros no tan inesperados que requieren carretadas de publicidad, lo que a nosotros sobra. En todo caso, los jefes militares nacionalistas, que aún los hay, deben tener claridad sobre lo dicho.

Vivimos un tiempo de descalificaciones, mejor: de deslegitimaciones abundantes. De desconfianza profunda hacia las instituciones, lo mismo sean los poderes establecidos que los partidos políticos. Sobre esto mucho podría decirse, me limitaré entonces a la izquierda y a su pregunta sobre el ¿qué hacer? A primera vista, no equivocadamente, resalta su desprecio hacia las formaciones partidarias de la misma izquierda, que innegablemente han sufrido desprestigio y entonces rechazo con frecuencia visceral.

Del sistema de partidos parecería que sobre todo han aprendido la negociación y con frecuencia la transa, abandonando el prestigio necesario para representar, es decir, para hacer actual su función y, en primer término, las necesidades populares. Es innegable la distancia que se ha establecido entre el pueblo, la sociedad, y sus supuestos organismos partidarios y representativos.

En México es impresionante la multiplicación de los movimientos sociales que batallan por objetivos específicos: el bienestar y reconocimiento pleno de los derechos indios, de las mujeres, los jóvenes o los ancianos, el medio ambiente, los derechos humanos, los homosexuales, en contra del neoliberalismo depredador, etcétera. Muchos sostienen que es una zona de nuestra realidad social que se presenta como un territorio desenfrenado de fragmentación, que a primera vista parecería sin regreso. Sin embargo, uno de los horizontes con mayores promesas de futuro se ancla precisamente en los movimientos sociales, que significan una inmensa posibilidad, un potencial aún no explorado como detonador del cambio social profundo.

Hay un gran camino de esfuerzo para ir uniendo cabos e iniciativas. Difícil, pero no imposible, porque esos movimientos han florecido bajo una sombrilla, explícita o apenas implícita: la convicción de que dentro del capitalismo salvaje que nos estrangula será imposible para la inmensa mayoría alcanzar sus metas específicas. Abiertamente o sin plena conciencia y claridad tales movimientos son por definición anticapitalistas, al menos en principio.

Lo que ocurre es que en el contexto político dentro del cual vivimos, el cambio pasa también por el orden de los partidos. Parece inevitable. Entonces el esfuerzo se multiplica porque la unión de los movimientos sociales ha de vincularse, sumarse, figurar al amparo de un partido político. No como un acto administrativo de suma o resta, sino como un movimiento político lleno de nervio, aliento, fuerza e imaginación que encuentre (que construya) en esa amalgama su razón de ser, su motivo vital.

La chispa que encenderá la pradera se encuentra, como ya ocurrió en el pasado próximo, en un candidato, en un mínimo sistema de ideas contundentes encabezadas por un líder que haga posible la llegada al gobierno (la cuestión de la toma del poder es más complicada) de la izquierda, con todas las posibilidades que ofrece la opción. Hoy muchos sienten desaliento acerca del futuro electoral de la izquierda: yo estoy del lado de los optimistas.

La democracia de base, la participación social en la toma de decisiones es carta básica a jugar. En los movimientos sociales importantes, cuando se ha desprestigiado la estructura existente del poder, la sociedad toma en sus manos la dirección del conjunto, en beneficio de la sociedad misma. Tal es la cifra del cambio social: en nuestra realidad la movilización social contundente unida en el camino electoral a los partidos de izquierda, con sus defectos.

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El imperialismo y el capitalismo tienen que morir, pero entre tanto, ¿cuántos millones de muertes más causarán?


Pedro Echeverría V.


1. “La convicción de que un cambio social y político es inevitable en México y en el mundo fue sostenida por el doctor González Casanova, subrayando lo que fue el punto de mayor acuerdo entre los participantes del Seminario internacional de reflexión y análisis, celebrado durante cuatro días en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, que concluyó ayer (2 de enero) por la noche”. No tengo duda que don Pablo y los demás exponentes tuvieron razones para llegar a esa conclusión, el problemas es que llevo 50 años escuchándola con mil un argumentos y el imperio yanqui sigue vivito asesinando a millones de personas inocentes en Afganistán, Irak, Palestina, América Latina y, lo mismo sucede en México donde -los últimos cinco gobiernos del PRI y del PAN- han profundizado la miseria. El cambio es inevitable pero, ¿será entre 50 o 100 años más?


2. Los intelectuales mexicanos honestos que encabeza González Casanova, están en la oposición política a los gobiernos del PAN, del PRI, incluso del PRD, pero desafortunadamente son muy pocos comparados por un gran número que se cobija en cargos de gobierno, culturales, académicos y que giran medrosamente alrededor de los medios de información como la TV y la radio. Me recuerda a los intelectuales del Porfiriato: La élite porfirista (Los Científicos) se habían fragmentado en varios grupos, que se preparaban a ocupar el poder ejecutivo cuando el dictador muriera o cuando la enfermedad lo hiciera renunciar; pero también aquellos que ponían su pluma al servicio del régimen de opresión: los Baranda, Bulnes, Casasús, Creel, Limantour, Macedo, Pineda, Rabasa, Reyes, Sierra, etcétera que defendiendo el liberalismo, incluso el positivismo, eran privilegiados.


3. Si los cambios no se pueden “aquí y ahora” -como dirían los chavos en los sesenta- por lo menos deberíamos estar observando avances de las luchas sociales muy por encima de las coyunturas que hemos vivido en los últimos 50 años. Por lo menos desde el triunfo de la revolución cubana en 1959 y las grandes luchas ferrocarrileras en México, del mismo año, he escuchado que los días de vida del imperialismo y el capitalismo mexicano están contados. Los presidentes yanquis Eisenhower y Kennedy, así como los mexicanos López Mateos y Díaz Ordaz han muerto pero sus herederos siguen dominante con el poder agrandado que les dejaron. En EEUU gobierna un negro blanqueado y en México una derecha recalcitrante, pero la dominación mundial –después de 50 años- sigue igual y la miseria en México –para el 70 por ciento de la población- se ha acrecentado.


4. Pienso que históricamente todos tenemos que morir y el imperialismo y el capitalismo no pueden ser la excepción, pero en el caso de estos sistemas de explotación, opresión y racismo, no podemos esperar que mueran de muerte natural, menos por podredumbre porque ya basta de tanto mal, nuestra obligación es encontrar las formas de intervenirlos para darles muerte antes que sigan destruyendo al mundo. Nos emociona realmente, da alegría que personajes como Chávez, Morales, Lula, los gobiernos de China e India, así como los conflictos de Afganistán, Irak, Palestina e Irán estén poniendo de cabeza al gobierno de Obama; también debemos ayudar a que los electricistas, los mineros, la CNTE, la APPO, López obrador, los campesinos y estudiantes, así como el EZLN pongan al desnudo a Calderón pero, ¿cuánto debemos luchar para lograr que caiga?


5. Contradiciendo mi materialismo filosófico, espero que exista un movimiento social que no siento ni veo. Deseo que hayan energías rebeldes acumuladas durante 500 por la miseria y opresión en el país y –como dicen que “no hay mal que dure 100”- estén muy cerca de liberarse. Si me atengo a lo que he visto en medio siglo, nuestras fuerzas divididas no han alcanzado para darle una buena sacudida al sistema. En México lo importante es estamos en 2010 en el bicentenario de las revoluciones. Que el gobierno quiere disfrazar con grandes festejos y haciendo enormes despilfarros del presupuesto público entre funcionarios, “intelectuales” y fuegos artificiales que deslumbren la vista y el pensamiento; exactamente igual a los festejos del Porfiriato, en el centenario de la Independencia, que desbarató la revolución de 1910. ¿No fue acaso un movimiento espontáneo que no se veía?


6. Por eso el presidente de facto ha girado órdenes al ejército, la marina y a las demás policías para que por lo menos, durante todo el año de 2010, se estreche más el acordonamiento militar en Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Veracruz, Tabasco y todos los estados del Norte y que los rondines militares –sobre todo por la noche y la madrugada- se intensifiquen. Sería como un estado de sitio, pero sin llamarle así por aquello de “conservar el prestigio internacional”. Y en este tipo de maniobras que se hacen en nombre del “combate contra el narcotráfico” Calderón cuenta con el total apoyo de casi todos los legisladores, así como con el aplauso y la ayuda militar del gobierno del blanqueado Obama. ¿Cómo Obama no va a intensificar su ayuda en armas y tecnología si México es el patio trasero de los EEUU y le cuida de “terroristas” la frontera?


7. Señalan muchos que “no hay que desesperarse”, que “aunque no se quieran ver ha habido cambios importantes”; sin embargo los indígenas, los campesinos los pobres y miserables de las ciudades no pueden decir lo mismo. Los grandes avances materiales, tecnológicos, del Internet, las enormes autopistas y los transportes, los gigantescos edificios y centros de expansión, no han beneficiado en nada a más de la mitad de la población que tiene mínimos ingresos, que no puede dar de comer a sus hijos, que no los atienden en instituciones de salud o educativas. La modernidad capitalista sólo ha seguido beneficiando a un porcentaje mínimo de la población e impide el acceso de la mayoría. Por eso estamos de acuerdo que el imperialismo y el capitalismo están heridos de muerte desde hace más de un siglo, pero los trabajadores no han podido darle sepultura. Debemos pensar cómo hacerlo, pero ya.


pedroe@cablered.net.mx

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Equilibrios
Hernández

México SA

Los de Fox y Calderón, los peores gobiernos en 80 años

Segunda década perdida para el país

Carlos Fernández-Vega
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Vicente Fox y Felipe Calderón, durante un desayuno en el hotel María Isabel Sheraton el 3 de diciembre de 2005 en la ciudad de MéxicoFoto José Antonio López

Delirante, el calderonato hace hasta lo impensable por hundir en la miseria al mayor número posible de mexicanos (6 millones adicionales sólo en su primer bienio de estancia en Los Pinos), y con el panismo clerical se aferra a no dejar ir el galardón como el peor gobierno, junto con el de Fox, en 80 años, incluido el de Miguel de la Madrid. Es la segunda década perdida para el país (la del arranque del siglo XXI), mucho más profunda que la primera (la de los 80, en plena crisis de la deuda externa y el arribo del neoliberalismo).

El panismo llega a su décimo año consecutivo en la residencia oficial, y más allá de rosarios, crucifijos y buenas conciencias nada ha procurado en favor de los mexicanos. El peor resultado, producto de los peores gobiernos, entre los peores. A punto de montarse en el Ipiranga, Porfirio Díaz dejó tras de sí una década, la primera del siglo XX, con una tasa anual promedio de crecimiento económico de 3.31 por ciento. Cómo estará la cosa, que la dupla Fox-Calderón apenas si libra uno por ciento anualizado.

El cambio (Fox) con continuidad (Calderón), presumido por el panismo, ha sido un estrepitoso fracaso en lo político, lo económico y lo social. Por abajo del infausto resultado blanquiazul, sólo se registran los resultados históricos en la segunda y tercera décadas del siglo XX, con el país convulsionado por el movimiento revolucionario, la guerra cristera –de la que se ufana ser heredero el actual inquilino de Los Pinos– y la hecatombe económica de 1929, lo que ni de lejos sucedió en la bonanza petrolera del foxiato ni el navío de gran calado del calderonato.

En el periodo 1911-1920 la tasa anual promedio de crecimiento económico a duras penas alcanzó 0.21 por ciento, mientras en 1921-1930 el indicador se redujo a 0.20 por ciento, lo que resume 20 años de convulsión política, económica y social, de reacomodos, de guerra y crisis externa (Calderón dixit), carentes de bonanza petrolera, histórica inversión extranjera, boyante planta productiva, exportaciones sin límite, finanzas públicas sanas y demás bellezas presumidas por los neoliberales. En resumen, nada con qué responder en las citadas dos décadas del siglo pasado, es decir, todo lo contrario a lo registrado en la primera del siglo XXI, los tiempos de cambio con continuidad.

La dupla Fox-Calderón, el panismo institucionalizado, prometió todo e incumplió todo, y decididamente va por más. En el periodo 2001-2009 el resultado económico es desastroso: el crecimiento anual promedio va de 1.03 a 1.13 por ciento (depende de si la economía mexicana se hunde 7 u 8 por ciento en 2009), algo no registrado en 80 años. Ahora que si el balance se limita al primer trienio calderonista en Los Pinos, entonces el desplome va de 0.83 a 1.17 (ambas, obviamente, cifras negativas).

En la primera década perdida –los años 80– la tasa anual promedio de crecimiento fue de 1.9 por ciento, el peor resultado –hasta la llegada del panismo a Los Pinos– de la dictadura neoliberal mexicana. En la segunda, la de la dupla Fox-Calderón, el balance es infame: de 1.03 a 1.13 por ciento, en el mejor de los casos. Pero aún en el supuesto, y sólo eso, de que en 2009 la economía mexicana hubiera registrado un incremento de 3 por ciento (como originalmente estimó el doctor catarrito, hoy en funciones de gobernador del Banco de México), la tasa anual promedio en el cambio con continuidad aún resultaría menor (2.3 por ciento) a la registrada en los años 90, la cual tampoco fue para presumir.

Ya con el México moderno encarrilado e integrante del primer mundo (Salinas de Gortari dixit, y de pilón la perorata zedillista), la pujante cuan envidiable economía mexicana apenas si promedió anualmente 3.51 por ciento de crecimiento económico (con todo y crisis de 1995), una proporción a todas luces insuficiente para atender las urgencias nacionales (no así los intereses oligárquicos, porque es al principio de este periodo cuando por primera vez los orondos magnates nacionales aparecen en Forbes y son presumidos como muestra inequívoca de los bien que marcha el país), equiparable a la reportada en el México de los años 40 y prácticamente la mitad con respecto al avance anual registrado de 1951 a 1980. El raquítico logro de los años 90 se dio a pesar del desmantelamiento del aparato productivo del Estado (léase privatización) y, se supone, el río de dinero que implicó –también es suposición– para el erario.

En el repaso histórico, y superada la convulsión 1911-1930 (con su 0.2 por ciento de avance), la tasa anual promedio de crecimiento económico mexicano se registró de la siguiente forma: 1931-1940, 3.36 por ciento; 1941-1950, 5.98 por ciento; 1951-1960, 6.14 por ciento; 1961-1970, 6.48 por ciento, y 1971-1980, 6.71 por ciento. A partir de ese año todo ha sido escalera para abajo, con un creciente costo social.

Así, el periodo 1951-1980 se ubica como el mejor en términos económicos para México, con una tasa anual promedio de 6.45 por ciento, un sueño a estas alturas, porque con el arribo del neoliberalismo (Miguel de la Madrid-Felipe Calderón) tal indicador cayó a 2.17 por ciento, apenas una tercera parte del avance logrado en el lapso citado. Lo peor del caso es que nada apunta a una mejoría. Por el contrario, los resultados de la dictadura neoliberal han ido de mal en peor, por mucho que el actual cuenta cuentos de Los Pinos suponga que en el año 2050 seremos la cuarta economía mundial.

Ahora que vienen las fiestas por el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, para el registro queda el comparativo entre la última década de Porfirio Díaz (con un crecimiento anual promedio de 3.31 por ciento) y la primera del siglo XXI, con la dupla Fox-Calderón y el panismo institucionalizado en Los Pinos (1.03 a 1.13 por ciento). Entonces, si alguien sabe dónde quedó el crecimiento y el desarrollo de México, favor de notificarlo a la brevedad. Ciento siete millones de personas y el futuro nacional lo agradecerán profundamente.

Las rebanadas del pastel

Bienvenidos a 2010, el año de la recuperación de la crisis externa. Sigue la feria de precios en bienes y servicios del sector público. Agreguen el incremento en tarifas eléctricas al ya de por sí voluminoso inventario. Como van las cosas y para vivir mejor, el gobierno calderonista insiste en que los mexicanos se alumbren con velas y guisen con leña, recurran al trueque, recolecten frutos de la madre natura y cacen con piedras, porque el arco y las flechas también subieron de precio.

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